viernes, 3 de octubre de 2014

El Oscuro Viajero


Imagen sacada de http://all0412.deviantart.com/

Vuela —. Susurró el hombre viejo, mientras lo lanzaba por los aires. Murkrow batió las alas y empezó a volar entre la oscuridad. La noche era oscura, no se veían las estrellas aunque la luna estaba enorme. Pero Murkrow tenía muy buena vista, sobretodo en la oscuridad. El bosque del norte estaba como siempre, silencioso y tranquilo, aún así alzó el vuelo para pasar por encima de los árboles, el hombre viejo le había dado de comer antes de despedirlo, por lo que no tendría que cazar. Observó el bosque desde arriba maravillado, no sabía por qué pero le fascinaba. Por muchas veces que lo viera, ese bosque tenía un encanto especial.

Rápidamente encontró una corriente de aire caliente, se metió en ella y se dejó llevar. Esa noche era más fría que las demás, tuvo mucha suerte. Gracias a la corriente Murkrow volaba mucho más rápido y sin ni siquiera esforzarse. No tardaría mucho en llegar al castillo del norte esa noche, a no ser que se pusiera a llover. El cielo tenía alguna nube pero el aire era seco, ni siquiera había niebla, no parecía que tuviera que llover en mucho tiempo. Entonces Murkrow se fijó que a lo lejos había una sombra con alas que se acercaba a mucha velocidad. No parecía que fuera por casualidad que la sombra se dirigiera directamente a él. Murkrow ya estaba acostumbrado, a esas horas habían muchos Zubat revoloteando por el bosque y siempre había alguno más valiente que se atrevía a atacarlo.
Ilustración propia

La silueta del pokémon cada vez era más grande y estaba más cerca. Murkrow salió de la corriente de aire y dejó de avanzar para situarse a la misma altura del otro pokémon. Para entonces ya tenía al otro pokémon encima, Murkrow hizo un gesto para esquivar el golpe y se giró para lanzarse hacia él para azotarle con el ala dura como el acero, pero falló. La nube que hasta ese momento había estado ocultando la luna decidió moverse y con la luz lunar pudo ver al enemigo, no era un Zubat, sino un Golbat. No sabía si iba a estar preparado para luchar contra un Pokémon como ese. Él había sido entrenado para viajar de un castillo a otro para entregar mensajes, no para luchar, aun así a veces era necesario.

Los Pokémon estaban a unos metros de distancia uno del otro, y a bastantes más del suelo. Ambos se quedaron mirando los ojos del rival hasta que Golbat gritó de una forma que hizo que Murkrow se estremeciera, pero si no aprovechaba ese momento podría perder. Así que voló directo hacia el Pokémon enemigo y le asestó un golpe con el pico, esta vez no falló y el golpe hizo que Golbat se balanceara. El enemigo enfurecido atacó con las fauces tan abiertas que daban miedo, pero Murkrow dejó de batir las alas y cayó, esquivando el ataque. Ahora que lo tenía encima tal vez parecía que tenía desventaja pero aprovechó cuando se abalanzó sobre él para esquivarlo por el lado y desgarrar una de sus alas con las garras.

Golbat parecía agotado, el golpe que le había dado con el pico había sido más potente de lo que le había parecido. Pero entonces Murkrow sintió como unos colmillos se le hundían en la carne del cuello. Se giró y vio que había otro Pokémon, otro Golbat, de sus colmillos afilados no goteaba su sangre sino un líquido morado. "Veneno." Pensó. Murkrow empezó a marearse y a sentirse más débil. La sangre le hervía en las venas y parecía que la cabeza le tuviera que explotar. En ese estado no podía seguir luchando.

Entonces la vio. Una pequeña luz naranja parpadeaba al otro lado del bosque. Tenía que ser el castillo, parecía que con la corriente a su favor había avanzado mucho más rápido de lo que pensaba. Pero una ala le falló y Murkrow empezó a caer, con las fuerzas que le quedaban se agarró de la rama de un árbol. —Tengo que llegar al castillo como sea, de lo contrario estoy muerto —. Oyó otro grito estremecedor y miró hacia arriba, había tres Zubat a parte de los Golbat de antes, y todos se dirigían hacia él.

Murkrow batió las alas pero cuando estaba a unos metros volvió a caer. El veneno le debilitaba mucho y no parecía que pudiera volar. Así que volvió a posarse en la rama y con las fuerzas que le quedaban saltó de rama en rama impulsándose con las alas. No había rastro de los Pokémon salvajes, quizá no les gustara entrar en el bosque. Aprovechándose de eso siguió saltando. A lo lejos vio un Hoothoot, aunque no parecía agresivo, tan solo estaba en un agujero de un árbol observando todo lo que ocurría con sus enormes ojos.

Finalmente llegó al final del bosque, solo quedaban unos pocos metros para llegar al castillo, aunque la torre dónde tenía que ir era la más alta. Ahí parado lo único que conseguiría era morir envenenado, así que cerró los ojos, respiró hondo y empezó a batir las alas. Un calambre le recorrió el muslo, pero siguió batiendo las alas, ahí ya no había árboles y estaba a una altura lo suficientemente alta para quitarse la vida en caso de que cayera. Le dio otro calambre y ahora ya no solo la pata, sino todo el cuerpo le dolía, cada segundo era un infierno y el castillo parecía no llegar nunca.

Tras unos dolorosos minutos finalmente llegó al castillo, se puso en la ventana y gritó varias veces. Pasaron uno minutos pero no contestaba nadie, y Murkrow cada vez tenía la vista más borrosa. Ahí no había nadie más que unos Murkrow y Pidove durmiendo y el dolor era insoportable. Murkrow ya agotado y dolorido no pudo aguantar más así que se dejó caer al suelo. Pocos segundos después se abrió la puerta y entró alguien en la torre, lo último que oyó antes de desmayarse fue: “...veneno... espero poder salvarlo...”

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