sábado, 25 de octubre de 2014

Perdido en las Montañas II


Para @SrPICHAku

La lluvia caía suave y cálida. Medicham miraba fijamente a su adversario, Axew a su lado no se atrevía a pestañear por si se perdía algo. De repente cayó un rayo a lo lejos, lo que hizo sobresaltar a su compañero, aunque Medicham no se había dado ni cuenta. Se abalanzó sobre su oponente a mucha velocidad y asestó un puñetazo del que salieron chispas. El rival cayó al suelo y Medicham aprovechó para cogerlo, lanzarlo por los aires y asestarle otro golpe, esta vez había saltado por encima de su oponente y le había dado una patada que lo hizo volver al suelo con fuerza. Medicham cayó con suavidad sobre sus pies. Se acercó y devolvió el muñeco a su posición.

Puño trueno y Patada salto alto. —Dijo Medicham, pero Axew la miró extrañado sin decir nada —Son los movimientos que he usado—. Dijo ella, devolviendo la mirada a Axew. —Sé que son movimientos que no puedes usar pero quédate con la estrategia. Tú y yo somos Pokémon muy diferentes Axew, puedo enseñarte a luchar, pero tienes que buscar tu propio estilo de combate—. Axew se quedó mirando al muñeco que hizo Medicham con un tronco de un árbol—. Lo... entiendo. Tengo que ser rápido, atacar antes de que se dé cuenta y rematar en el aire —. Medicham sonrió y cogió al muñeco. —Volvamos, estamos empapados.

Una vez en la cueva Medicham y Axew juntaron unas ramas y con pedernal encendieron una pequeña hoguera para calentarse. Hacía unas cuantas semanas que Medicham había acogido a Axew pero seguía sin saber nada de él, a su parecer ni el pequeño dragón lo sabía. Había intentado todo lo posible para que recuperara la memoria pero no tuvo éxito. Aun así, por algún motivo Medicham confiaba en él, quizá era demasiado confiada últimamente, pero no podía dejar a ese pequeño abandonado. Aún tenían de caer las hojas de los árboles pero pronto empezaría la época fría. Y con lo sensibles que son los dragones al frío no sobreviviría ni una quincena.

— ¿Crees que va a dejar de llover pronto? —Preguntó Axew mientras acercaba las patas delanteras a la hoguera. —Nunca me ha gustado la lluvia, hace frío y no se puede estar en el exterior —. Medicham notó tristeza en la voz de Axew, pero ella sabía que no estaba así por la lluvia, tenía que distraerlo. — ¿Te he contado alguna vez mi expedición a las cataratas que hay al oeste? —Axew negó con la cabeza y se apoyó en una roca mirándola con interés.

—Aún era un Meditite para aquel entonces —. Empezó Medicham. — Era una inexperta en todo, no tenía ni idea de defenderme ni de qué tenía que hacer para sobrevivir. Ni siquiera sabía usar mis poderes psíquicos correctamente. Pero era muy curiosa y una vez escuché a un par de Pokémon hablando sobre una cueva misteriosa detrás de unas cataratas. No sabía qué había pero tenía tanta curiosidad que tuve que ir. Así que a la mañana siguiente me dirigí hacia allí, el camino fue largo, aunque por suerte no me encontré con ningún Pokémon agresivo, ese bosque era bastante tranquilo en aquella época. La mayoría de Pokémon voladores habían emigrado más al sur porque empezaba a hacer frío, como ahora, y otros como Ursaring ya estaban hibernando.

Cuando llegué a las cataratas, no sabía qué hacer, eran tan altas y el agua caía con tanta fuerza… Tenía miedo de que me hiciera daño atravesándolas. Así que me senté en una roca delante del agua e intenté pensar una forma de entrar. Ni siquiera sabía si había una cueva de verdad, podría estar a punto de arriesgar mi vida por nada. Hasta que decidí que tenía que saberlo. Tenía que saber si había algo ahí atrás y si lo había, tenía que ver lo que era. Así que me levanté, cogí carrerilla y empecé a correr hacia las cataratas. Cada paso que daba hacía que tuviera más miedo, estaba aterrada pero no podía parar. Y justo al final de la roca cerré los ojos y salté.

Axew tragó saliva y se quedó mirando a Medicham expectante. — ¿Y qué pasó? ¿Había una cueva? — Medicham sonrió y continuó contando la historia. — ¿Tú qué crees? Si hubiese habido una pared de rocas lo más probable es que ahora no estuviera aquí. Sí… había una cueva, pero no una cueva cualquiera. Era la cueva más bonita que había visto nunca, el techo era tan alto como la cascada, el río pasaba por encima de la cueva así que caían algunas gotas del techo. Con el paso del tiempo toda esa agua se había juntado para formar un pequeño lago dentro de la cueva. Un lago que brillaba con todos los colores del arcoíris porque cuando el sol estaba es la posición correcta, la luz traspasaba el agua que hacía de puerta y creaba un arcoíris que pasaba por toda la cueva. Dentro no había más que el sonido del agua cayendo. Ahí es dónde me di cuenta de que quería ser mejor, para poder explorar muchos más lugares como ese. Me pasé días y días, incluso meses entrenando en esa cueva, practiqué mis poderes tanto psíquicos como físicos.

Hasta que un día fui lo suficiente fuerte como para evolucionar. Pero era tal la belleza de ese lugar que no quería irme y eso empezaba a ser un problema. Así que un día, me convencí y le dije adiós para no volver. Me sentía afortunada de haber presenciado ese sitio pero hay muchos más sitios que quiero descubrir. —Medicham se quedó mirando las brasas que quedaban en la hoguera, melancólica. —Decidido. —Dijo Axew a la vez que se levantaba —. Voy a acompañarte, yo también quiero ver estos sitios tan maravillosos, además tú me puedes enseñar a luchar, hasta ahora has sido una gran maestra. —Medicham se quedó desconcertada —. Pensaba que querías recuperar la memoria Axew, aunque como quieras. Será un placer tenerte de compañero. —Axew sonrió alegremente y se dirigió a la salida de la cueva —. Yo… no es que me importe recuperar la memoria, ahora yo estoy feliz contigo, y presiento que vamos a ser buenos amigos. Además no sabemos cómo podría recuperar la memoria. Es mejor no preocuparse por eso ahora. — Medicham sonrió y se puso a su lado —. Ya está parando de llover.

viernes, 3 de octubre de 2014

El Oscuro Viajero


Imagen sacada de http://all0412.deviantart.com/

Vuela —. Susurró el hombre viejo, mientras lo lanzaba por los aires. Murkrow batió las alas y empezó a volar entre la oscuridad. La noche era oscura, no se veían las estrellas aunque la luna estaba enorme. Pero Murkrow tenía muy buena vista, sobretodo en la oscuridad. El bosque del norte estaba como siempre, silencioso y tranquilo, aún así alzó el vuelo para pasar por encima de los árboles, el hombre viejo le había dado de comer antes de despedirlo, por lo que no tendría que cazar. Observó el bosque desde arriba maravillado, no sabía por qué pero le fascinaba. Por muchas veces que lo viera, ese bosque tenía un encanto especial.

Rápidamente encontró una corriente de aire caliente, se metió en ella y se dejó llevar. Esa noche era más fría que las demás, tuvo mucha suerte. Gracias a la corriente Murkrow volaba mucho más rápido y sin ni siquiera esforzarse. No tardaría mucho en llegar al castillo del norte esa noche, a no ser que se pusiera a llover. El cielo tenía alguna nube pero el aire era seco, ni siquiera había niebla, no parecía que tuviera que llover en mucho tiempo. Entonces Murkrow se fijó que a lo lejos había una sombra con alas que se acercaba a mucha velocidad. No parecía que fuera por casualidad que la sombra se dirigiera directamente a él. Murkrow ya estaba acostumbrado, a esas horas habían muchos Zubat revoloteando por el bosque y siempre había alguno más valiente que se atrevía a atacarlo.
Ilustración propia

La silueta del pokémon cada vez era más grande y estaba más cerca. Murkrow salió de la corriente de aire y dejó de avanzar para situarse a la misma altura del otro pokémon. Para entonces ya tenía al otro pokémon encima, Murkrow hizo un gesto para esquivar el golpe y se giró para lanzarse hacia él para azotarle con el ala dura como el acero, pero falló. La nube que hasta ese momento había estado ocultando la luna decidió moverse y con la luz lunar pudo ver al enemigo, no era un Zubat, sino un Golbat. No sabía si iba a estar preparado para luchar contra un Pokémon como ese. Él había sido entrenado para viajar de un castillo a otro para entregar mensajes, no para luchar, aun así a veces era necesario.

Los Pokémon estaban a unos metros de distancia uno del otro, y a bastantes más del suelo. Ambos se quedaron mirando los ojos del rival hasta que Golbat gritó de una forma que hizo que Murkrow se estremeciera, pero si no aprovechaba ese momento podría perder. Así que voló directo hacia el Pokémon enemigo y le asestó un golpe con el pico, esta vez no falló y el golpe hizo que Golbat se balanceara. El enemigo enfurecido atacó con las fauces tan abiertas que daban miedo, pero Murkrow dejó de batir las alas y cayó, esquivando el ataque. Ahora que lo tenía encima tal vez parecía que tenía desventaja pero aprovechó cuando se abalanzó sobre él para esquivarlo por el lado y desgarrar una de sus alas con las garras.

Golbat parecía agotado, el golpe que le había dado con el pico había sido más potente de lo que le había parecido. Pero entonces Murkrow sintió como unos colmillos se le hundían en la carne del cuello. Se giró y vio que había otro Pokémon, otro Golbat, de sus colmillos afilados no goteaba su sangre sino un líquido morado. "Veneno." Pensó. Murkrow empezó a marearse y a sentirse más débil. La sangre le hervía en las venas y parecía que la cabeza le tuviera que explotar. En ese estado no podía seguir luchando.

Entonces la vio. Una pequeña luz naranja parpadeaba al otro lado del bosque. Tenía que ser el castillo, parecía que con la corriente a su favor había avanzado mucho más rápido de lo que pensaba. Pero una ala le falló y Murkrow empezó a caer, con las fuerzas que le quedaban se agarró de la rama de un árbol. —Tengo que llegar al castillo como sea, de lo contrario estoy muerto —. Oyó otro grito estremecedor y miró hacia arriba, había tres Zubat a parte de los Golbat de antes, y todos se dirigían hacia él.

Murkrow batió las alas pero cuando estaba a unos metros volvió a caer. El veneno le debilitaba mucho y no parecía que pudiera volar. Así que volvió a posarse en la rama y con las fuerzas que le quedaban saltó de rama en rama impulsándose con las alas. No había rastro de los Pokémon salvajes, quizá no les gustara entrar en el bosque. Aprovechándose de eso siguió saltando. A lo lejos vio un Hoothoot, aunque no parecía agresivo, tan solo estaba en un agujero de un árbol observando todo lo que ocurría con sus enormes ojos.

Finalmente llegó al final del bosque, solo quedaban unos pocos metros para llegar al castillo, aunque la torre dónde tenía que ir era la más alta. Ahí parado lo único que conseguiría era morir envenenado, así que cerró los ojos, respiró hondo y empezó a batir las alas. Un calambre le recorrió el muslo, pero siguió batiendo las alas, ahí ya no había árboles y estaba a una altura lo suficientemente alta para quitarse la vida en caso de que cayera. Le dio otro calambre y ahora ya no solo la pata, sino todo el cuerpo le dolía, cada segundo era un infierno y el castillo parecía no llegar nunca.

Tras unos dolorosos minutos finalmente llegó al castillo, se puso en la ventana y gritó varias veces. Pasaron uno minutos pero no contestaba nadie, y Murkrow cada vez tenía la vista más borrosa. Ahí no había nadie más que unos Murkrow y Pidove durmiendo y el dolor era insoportable. Murkrow ya agotado y dolorido no pudo aguantar más así que se dejó caer al suelo. Pocos segundos después se abrió la puerta y entró alguien en la torre, lo último que oyó antes de desmayarse fue: “...veneno... espero poder salvarlo...”